miércoles, 10 de enero de 2018

CUENTO DE NAVIDAD


Niños perdidos.


En un lugar oscuro, donde las luces de las velas, solo alumbraban los ojos llorosos de los niños allí escondidos, los mocos caídos de su nariz y las sombras de las telarañas ubicadas en los rincones de las cuatro paredes, llegó una libélula encendida aleteando y revoloteando alrededor de los niños.
Éstos con la boca abierta y sus lágrimas paralizadas, sonreían y giraban por los movimientos que la libélula realizaba. Así, empezaron a sonreír y después reír; reír y reír con alegría y hasta casi felicidad.

Cuando se dieron cuenta, habían seguido a la libélula sin mirar por donde pasaban y ésta, les llevó hasta una salida en forma de círculo, por la que se vislumbraba la luz y el cielo. Perplejos, comenzaron a salir uno por uno y asombrados, observaron lo que había a su alrededor. ¡Campo de verde hierba, flores, agua y una luz que brillaba como un arco iris!
Sus lágrimas desaparecieron, los mocos se limpiaron y la sonrisa quedó plasmada en sus caras como algo habitual.

Habían conseguido salir de la oscuridad para alcanzar la luz.

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